lunes, 20 de agosto de 2012

Marea roja - Un sueño del caminante

Disculpad mi falta de actividad últimamente, es que pese a estar de vacaciones sigo sin tener un minuto. De modo que al noche y el sueño es de lo poco que me queda. Curioso ¿no?
Especialmente curioso después del sueño que tuve anoche y os he transcrito por aqui, disfrutarlo, leerlo (si podéis  y como siempre me interesa vuestra opinión


Estoy flotando en una piscina inmensa llena de un líquido rojo. Parecido a lo que podría ser agua con arcilla, similar a la sangre pero sin sus olores ni su tacto.
Me encuentro haciendo el muerto, tumbado bocarriba mirando al cielo. Un cielo rojo y anaranjado sacado de la más vivida ensoñación. Mis manos están estiradas al igual que mis pies, de tal forma que da la impresión que estoy crucificado.
La única diferencia con la crucifixión es que yo tengo libertad de movimiento para poder impulsarme con mis brazos como de hecho hago. Me impulso suavemente, sin apenas esfuerzo dejando que el líquido rojizo fluya entre mis manos y acaricie mi cuerpo desnudo.
Cuerpo que no es el que suelo ver, de un color rojo profundamente oscuro es salpicado por el fluido que lo rodea y se vuelve más oscuro en cada impulso; en cada salpicón y humedecimiento de la piel.
No sé cuánto tiempo transcurre hasta que simplemente me canso de impulsarme, siempre mirando hacia arriba. De forma que vuelvo a hacer el muerto, disfrutando de la sensación de relax que produce en mi.
Al rato de disfrute y distensión muscular y mental. Algo aferra mi mano derecha. Dándole un fuerte tirón hacia abajo.
Tampoco sé cómo, pero llego a la conclusión de que esa mano negra no es otra cosa que la locura. Locura que me sumerge en el agua, al principio sin introducir mi cabeza.
Hasta que encuentro placentera también esta postura pese a lo violenta y tensa que hay en ella. Y de repente, el estirón de la mano aumenta de intensidad. De forma que sumergida queda de igual forma que el resto de mi cuerpo mi cabeza.
Pese a todo sigo encontrando relajante y gozosa esta situación, permitiendo que esa mano negra me empuje hacia abajo sin que yo muestre ninguna resistencia. Aunque por mucho que tire no llega a hundirme completamente, es como si me quisiese flotando a un centímetro de la superficie, igual que un juguete de plástico que se encuentra a la deriva pasivamente o como una bolsa del mismo material.
De repente mi mente vuelve a reaccionar, y me percató de la autentica situación. Del peligro que corro, así que rápidamente intento salir de mi sesión de buceo involuntaria con mi brazo izquierdo por ser el único que puedo mover. El cual se había vuelto de un blanco brillante en contraste con el derecho que ahora era una luz negra.
Sigo sin ser capaz de asimilar como logré emerger a la superficie. La cosa es que cuando lo hice jadeante y echando el agua rojiza por la boca mi primer impulso es nadar hacia la orilla. Impulso que más tarde es corroborado por el despertar de mis sentidos. Quienes me gritan que ese olor, sabor y tacto es el de la sangre.
Otra falta de pensamiento lógico se encuentra a como llegue a subir al bordillo de la piscina y lo que vi una vez me encarame y me senté en él. Mi cuerpo empapado de sangre e incluso pegajoso no tenía fuerzas para salir corriendo, ni si quiera para girar la cabeza y apartar la vista de lo que ella captaba. Incluso me costó darme cuenta de que mis brazos volvían a tener el mismo color que el resto del cuerpo.
Ante mi se encontraban dos copias exactas de mi mismo, desprovistas de pelo alguno. Una completamente negra salvo sus ojos y sus afilados dientes (mejor dicho fauces) del más brillante de los blancos. Mientras que la otra era su antítesis, completamente blanca y con ojos y fauces de un negro casi luminoso.
Ambas se encontraban peleando y nadando en la piscina. Hasta que se abrazaron mutuamente en el centro exacto de ella. Y se mantienen en el aire durante unos cinco segundos. Durante los cuales la figura negra aprovecha para morder el hombro derecho de su enemiga.
Cuando vuelven a surgir en medio de chapoteos violentos y furiosos en agua de la  piscina de sangre. Pude ver como ambas figuras se estaban devorando mutuamente. Dejando ver su musculatura palpitante por medio de zonas sin piel, que había sido arrancada de su correspondiente lugar.
Apenas unos breves instantes duro esta imagen, por que volvieron a sumergirse mientras hundían sus bocas en el cuerpo de sus enemigos desgarrando carne. Pasaron unos minutos, no sé si muchos o pocos, hasta que me percate de que ambos estaban muertos y no respirarían más.
Un parpadeo después y lo único que se, es que yo había vuelto a hacer el muerto en la piscina. Esta vez, mientras trozos de carne, torax y huesos salían a la superficie a mi paso.
Mientras mi única certeza es que yo estaba vivo y respirando, además de disfrutando