Cinco minutos después María se
encontraba postrada en su cama. Con gotas de sudor (provocado al resistirse
vagamente) y sangre y semen acariciando burlonamente su cuerpo.
En el otro extremo de la
habitación se encontraba, sentado su torturador. Con una sonrisa que él creía
paternalista y un cigarrillo a medio encender el la boca. Mientras que él se
levantaba a por un cenicero ella intentaba dilucidar como había llegado hasta
allí.
María conoció a su maltratador
hace como cinco años. Fue en su juventud, cuando aún existían los colegios de
monjas con derecho a utilizar (eso si a escondidas) la fórmula de “la letra con
sangre entra”.
María acababa de salir del
colegio hace como media hora. Cuando en una calle del centro vio como un grupo
de “skin-heads” se encontraban afanados apaleando a un anciano indigente. Ella
torció la esquina como alma que lleva el diablo. Rezando por lo bajo para que
no le atacaran a ella.
Cuando de repente y sin previo
aviso, cinco o seis calles más tarde. Su pie fue a dar con una baldosa
levantada y la dejó postrada sobre el suelo. Cuando pudo levantar su cabeza vio
un elegante pantalón marrón con raya en medio. Adornado en la parte alta de la
figura por una cara sonriente y de cabello negro repeinado. Curiosamente el
extraño tendió una mano para ayudar a la joven.
Ese extraño esbozo una sonrisa de
caballerosidad, y acompaña a María a su casa para protegerla de los malhechores
1. Y curiosamente ese extraño que más tarde dejo de serlo para convertirse en
el primer novio de la muchacha era el hermano del actual marido de María.
Cuando el caballeresco extraño murió.
María, que se había enamorado de él acabo llorando en los brazos del que sería
su verdugo. Durante este segundo noviazgo fueron muchas las señales machistas
que detecto María, todas en presencia de los amigos de su marido. Los cuales y según
descubrió está más tarde eran conocidos se los skin-head que forzaron el
encuentro con su primer novio.
1: Se que suena muy a comic pero
es lo que hay chicxs.
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