Bueno, os hago una resubida de Eiloc, para que no tengáis que buscar los capítulos. Como siempre divertíos, y recordar que un blog vive a través de los comentarios.
La luna llena
había estado brillando, durante toda la noche, como hace cada 28 días todos los
meses. La luna había estado iluminando a las sacerdotisas de la diosa luna
elfica. Ahora solo quedaban los restos del ritual, celebrado por las
matriarcas.
Cuando los
primeros rayos de luna alcanzaron las briznas de césped, las novicias
aparecieron.
Ellas eran
las figuras ataviadas con un simple hábito de un blanco virginal (aunque un
término más exacto seria camisón). Con adornos en sus cuerpos en forma de collares
y brazaletes. De plata los primeros y de oro los segundos.
Ellas
arrastraron sus cuerdas con campanillas. Como resultado del baño de pintura
blanca producido hace un escaso cuarto de hora estaban trazando el círculo. Y
llamando a sus superioras inmediatas.
Las
comadronas. Las que llevaban junto a ellas una parte del alma de la mayoría del
clan, las que habían ayudado a dar a luz, y por tanto salvar a casi todos (por
no decir todos) los elfos del clan.
Las segundas
madres, están vestidas con una bella túnica; más elaborado que el camisón de
las novicias. La túnica era de un marrón, que haría reverdecer de envidia a las
hojas otoñales (con las que estaban hechos), esta parte de las vestiduras
representaba la estabilidad. Que como comadronas aportaban a las madres
primerizas.
Si subíamos
por los hombros, encontraríamos una capa, se un rojo sangre. Símbolo de la
sangre menstrual, y de la vida. Era con esta capa con la que se envolvía a una
madre elfa si moría en el parto.
En caso de
que gustemos, de seguir un sugerente hilo de plata que rodea el cuello de todas
las comadronas encontraríamos el colmillo de un lobo como símbolo de la
virilidad y del semen. Era uno de estos los que se encuentran en las bocas de
los niños que mueren en una luna o antes.
Fue cuando,
las poderosas asistentas de las madres en estado de parto, pisaron los
alrededores de las marcas del círculo cuando se pudo percibir lo que la madre
superiora llevaba en brazos: Un bebe humano.
De no ser por
los votos de silencio de las novicias y la no asistencia de las comadronas más
conservadoras, la niña habría recibido los más variados y arcanos insultos.
Debido, a que los elfos eran conscientes del daño que provocaban los humanos, a
la madre Tierra.
Ellos eran
los que torturan a los insectos, con sus gases dignos del mismo infierno o
arrancándoles una a una las patitas y las alas. Los que deforman el hígado de
un noble pato hasta convertirlo en algo similar a la mantequilla. Los que
pinchan los ojos de las aves para que canten más. Los que idean las más
sádicas, y pérfidas maquinas para provocar dolor a sus semejantes, por crímenes
infundados o por haber sido obligados a matar. Los que no tienen ningún pudor,
ni remordimientos por apoyar. Tanto directamente como indirectamente estos
actos.
Y aunque los
elfos, presumían de su “igualdad” y su “fraternidad” entre todos los seres, no
eran capaces de disimular su odio por la raza, dominante, la que hace tantas
lunas les gano la batalla, evolutiva. Cosa que los elfos consideraban incierto
por que según ellos eran evolutivamente más aptos (cosa que hasta cierto punto
es cierta).
Como
espectador del suceso de discriminación racial que esta fuera del conflicto,
puedo escribir unos pocos párrafos más. Pero los elfos tienen libros enteros
sobre ello. Así que si quieres, pregúntales a ellos (si queda alguno cuando
leas esto).
Aun así,
volvamos a nuestra historia.
Aunque
normalmente, el recibimiento de una nueva vida entre los elfos es acogida con
gran alboroto. Debido en parte a la escasísima data de alumbramientos elfos
(que es incluso más baja que la actual humana), la otra razón de peso es que a
los elfos les encanta festejar 1.
Pese a todo,
el odio racial no dejaba de ser algo latente, y es que hacía poco más de quince
días (nótese la adición de un día extra dado que estamos en territorio elfico,
y son exactamente las doce de la noche) los humanos habían comenzado a talar
los arboles. Que estaban a tres kilómetros del principio del círculo de los
bosques 2.
Y eso si eras
un elfo “tolerante”. Si eras vengador o incluso cazador o guerrero. Raro sería
que tu linaje no contase con alguna historia en la que un humano, robó una
buena pieza de caza o salvo a los enemigos de tus antepasados.
Naturalmente
que esto no eran más que paparruchas. Los humanos no odiaban a los elfos 3.
Bueno, ellos solo los llevaron al borde de la extinción. Pero por una razón de
peso: ellos los atacaron antes (obvia
decir que los elfos alegan que asesinar a los humanos que veían
destrozando el bosque era una lucha justa y noble y que ellos fueron los que
empezaron la lucha).
En resumidas
cuentas, eso es lo que gritaban los rostros de las elfas.
Ninguna
quería a una humana entre ellas (además del odio. Las razones principales
eran: a) habría que educarla,
quererla, protegerla alimentarle… b) aunque ninguna se atrevería a decirlo,
tenían un miedo atroz a que la inevitable muerte les arrancara de sus brazos a
su niña).
Aunque, como
era lógico (y como ya he dicho arriba) nadie se atrevió a desatar la ira de los
dioses y romper algún voto de silencio o desobedecer a la madre superiora.
En medio de
estas reflexiones, aparecieron las sacerdotisas. Vestidas con una túnica verde
oruga (dependiendo de la línea de los elfos en cuestión cambiaban de color: Los
elfos del bosque usaban las verdes, los altos elfos usaban túnicas grises, los
elfos oscuros… digamos que prescindían del peso extra en sus ceremonias), la
cual acompañaba con destellos la luz de las estrellas y representaba la
naturaleza. Lucían las mismas capas que las comadronas y su colgante era de oro
(en ocasiones enano) representando una luna llena con dos medias lunas a los
lados 4.
A la cabeza
del mar de verde, iba la suma sacerdotisa. Que en señal de luto había cambiado
su bello vestido purpura por uno de un rojo carmesí. Portaba:
Una daga
engarzada en esmeraldas, las que representaban las plantas, y sus
bienes. Tanto curativos como venenosos, porque con la daga te puedes defender
pero también puedes autolesionarte.
Llevaba
también una flauta de hueso en uno de los pliegues de la túnica. La que
representaba la libertad que puede dar el aire al alma, y el peligro de los
huracanes, tornados y mangas marinas.
Un bastón de
roble, firme y poderoso; estable como la propia tierra. Y que al descargarlo
contra un ser vivo provocaba daños graves en él.
Y una copa
representativa del agua. Liquido de la vida, donde todo empezó y empieza, y
donde acabaran las almas, en un barco hasta la tierra del verano 5.
1: Uno de los
poquísimos aspectos que tienen en común con los vampiros: los elfos han aprendido
a disfrutar de la fiesta, debido a que es algo que aligera sus longevas vidas.
Según algunos eternas y según otros simplemente larguísimas. Debido a esto, los
elfos han bebido de todos las fuentes de sabiduría posibles, y aprendido todas
las artes del entretenimiento posibles. Ni que decir tiene que una gran mayoría
de miembros de otras razas ha acabado pensando que los elfos se dedican casi
exclusivamente a la diversión.
2: El reino,
elfo. Separado por el basto océano del continente humano, está dividido en
“anillos” o “círculos” creados para todas las facciones, a excepción de los
elfos oscuros que optaron por auto-exiliarse a las montañas. El primero de
estos círculos es el de los elfos del bosque, situado a pocos kilómetros de la
costa. Personalmente dudo que los humanos quisieran ofender a los elfos… es más
dudo que unos humanos, no entregados a la magia u otra disciplina preternatural
supiese que estaba en tierras elficas… o ya puestos orcas.
3: Bueno no
más que se odiaban entre ellos, asiáticos, occidentales, africanos… Todos sois
iguales, no os importa ni siquiera vuestro planeta, solo os interesáis por
vuestra megalomanía personal, y no mostráis excesivos escrúpulos a la hora de
mataros entre vosotros.
4: El símbolo
de La Diosa. Que actualmente han adoptado los paganos humanos.
5: Que es el
nombre que daban los antiguos elfos, y los modernos neo-paganos a la tierra
donde los muertos descansan hasta su próxima reencarnación.
Al llegar la
suma sacerdotisa al círculo, y sin mediar palabra con sus semejantes. Cogió a
la niña y se sentó. Lleno la copa con agua, usando la mano libre, y colocó el
baston frente a ellas en posición horizontal. Y finalmente rasgo el manto que
envolvía a la pequeña con la daga y una vez que estuvo completamente desnuda. Le
pincho el dedo con la punta de la daga para que cayeran unas gotas de sangre1.
Al caer esta
al suelo, salpicado de figuras verdes, de tal modo que parecía como si Gaia se
hubiera dedicado a esparcir un líquido mágico en la zona. Se pudo apreciar como
al simple contacto con la tierra esta se filtro y se integro en el seno de los
tréboles. Fue justo cuando la sacerdotisa alzo la daga para permitir a la
criaturita seguir con su ciclo de reencarnaciones. Y antes de darle tiempo a esbozar una sonrisa
de satisfacción los restos de sangre que habían quedado sobre la superficie del
altar comenzaron a brillar. La diosa Aiana-Matyr la había reclamado.
Ella era la
madre de todos los elfos, a la que se llamaba en los escasos bautizos y los aun
más escasos casos de enterramiento. La protectora de la raza, la que ha velado
por su bien desde tiempos inmemorables. La que enseño a los elfos el secreto de
la inmortalidad, y la que fue castigada por el dios de la muerte, robándole los
secretos de la inmortalidad. Corrompiéndolos otorgándoselos al primer vampiro.
Ella era la
que acababa de tomar bajo su divina protección, a la pequeña.
-Ella, es la
que acaba de tomar como su protegida a la pequeña Zirimarith ap Aiana (lo que traducido queda en algo así como:
Zirimarith la hija de Aiana) – dijo la sacerdotisa malhumorada, sin abandonar
su postura de sentada y su mohín de desprecio a la humana-.
Dicho esto la
comadrona con de más alto rango (la misma que hace dos días la encontró medio sepultada bajo la nieve y le aplico
sus “escasos” 2 conocimientos de medicina natural) fue designada como su
protectora. Debería proveer por su educación, darle sustento y lo más
importante y según dijo la suma sacerdotisa:
-Vigilarla,
no podemos permitir que un humano descarriado venga a destrozar milenios de
tradiciones elficas.
La pequeña
aun no era consciente del peligro que acaba de correr, pero al parecer su nueva
madre la había protegido por alguna misteriosa razón.
La educación
de la niña siguió sin mayores problemas, que su falta de habilidades sociales y
su socio fobia. Cabe hacer especial mención a su lento desarrollo intelectual
(para los elfos) dado que estos comienzan a hablar al primer año de vida. Este
peculiar retraso en la adquisición de las habilidades fonadoras fue lo que
condujo un día un maestro elfo a la cabaña del bosque de la comadrona.
La joven
Zirimarith, (que entonces tendría cerca de los dos años, para ser exactos 22
meses, edad a la que los niños elfos comienzan a decir frases con sentidos;
mientras que ella se limitó a seguir con palabras bisílabas) estaba sentada en
un rincón de la cabaña. Ese era: “su rincón”. Como la cabaña de Tía Narmolay ,
era harto pequeña; contando esta con una cocinilla donde se secaban las plantas
del bosque, que envolvía la cabaña 3. Una espartana habitación hacía de salón
de estar en el que los libros eran el único entretenimiento de la elfa, y los
escasos juguetes fabricados por la comadrona de la niña.
Era en este
salón de estar, donde la construcción de piedra y madera que dos personas
podían llamar hogar se tornaba más cálida. Por la razones ya citadas podemos
intuir el espacio reservado a la que fue bendita hace casi dos años fue
bendita. Estuviera alojado en la sala de estar. En efecto, esta era
literalmente el rincón que quedaba más cerca del único dormitorio de la casa.
El rincón de
juegos (que era el nombre con el que lo bautizo Tía Narmolay cuando estuvo
construido). Estaba delimitado por una procesión de troncos, que como hacen en
los meses de primavera la oruga procesionaria 4. Los troncos en si eran de
encina, que habían sido despojados de la dura y negruzca cascara que los
protege de las agresiones externas hasta dejarlos en unos cilindros cuasi
perfectos.
Dentro del
cuadrado delimitado por los antaño florecientes entre abril y mayo. Se encontraba
una manta de un amarillo anaranjado similar al del color del girasol.
Encima de la
propia manta encontraríamos, probablemente, los siguientes objetos:
-Un caballito de madera bastante rustico;
formado por dos piezas de madera (el tronco y la cabeza). Varios palos (cuatro,
para ser exactos). Y algo de hilo para la cola. Todo junto no superaría el
tamaño de la mano de un adulto.
-Una taza (también de madera)
mordisqueada por Zirimarith
-Dos muñecos de trapo: representantes de
un elfo y una elfa. Mientras que los dos estaban manchados de barro del bosque.
El muñeco masculino tenía sendas manchas de zumo de bayas silvestres (aportadas
por la taza de Zirimarith cuando esta intento que bebiera un poco). Y la elfa
simplemente carecía de manchas adicionales debido al especial cuidado y remilgo
con el que era tratada.
1: Para las
cerradas mentes tanto humanas y como orcas: Usó magia para curar la herida
2: Recordemos
que estamos hablando de elfos: Sus conocimientos de las plantas igualarían a
los de cualquier botánico, pero no dejaban de ser relativamente escasos para
una elfa de su categoría, que se había dedicado al aprendizaje de la magia, que
no debe ser aplicada a los menores de 3 meses.
3 El bosque
era tan tupido y oscuro que la impresión de que los propios arboles iban a
sepultar el refugio de la comadrona elfa, y de la joven medio-elfa.
4 Thaumetopoea pityocampa Schiff
En el momento
en el que la figura vestida con una especie de habito negro(aunque en realidad
era un túnica) que era presionado contra el cuerpo usando una cuerda dorada un
poco más bajo que el pecho. Lo que unido a la capucha también negra que
llevaba, le daba un aspecto más de hombre del saco que de maestro. Si al
aspecto ya amenazador de por si lo aderezamos con dos guantes de cuero.
Obtendremos una imagen bastante clara del maestro, Goldaryr.
La primera
reacción de Zirimarith, fue el mayor de los espantos, debido a que otra de las
virtudes del señor Goldaryr, es que en el pasado se quemo la cara cuando
invocaba a un djinn del desierto. Pero cuando la pequeño observo como su
“madre” los obsequiaba con uno de esos abrazos que por poco te hacen caer
rendido al suelo por el fuerte olor a hierbas que ha quedado impregnado en
ella. Le ofreció de beber un taza caliente de infusión de regaliz. Y se ofreció
a preparar un barreño de agua con artemisa para sus pies (cosa el viajero
rechazo por cordialidad). La joven medio-elfa cambio de opinión.
Cuando se
sintió lo suficientemente segura, se acercó, andando y como buenamente pudo al
invitado. Al verla, este interrumpió la conversación con Tia Narmolay y con una
voz, increíblemente melodiosa (incluso para un elfo cantor) dijo:
-
Veo,
que tienes una buena bribonceta en casa, querida – dijo el encapuchado con una
sonrisa que apenas fue visible para las dos mujeres-. Tiene valor, por lo que
si no, no se habría acercado a mí, pero también cautela porque se lo ha
pensado.
-
Bueno,
¿no dicen que son cualidades de los humanos? –dijo la mujer, al mismo tiempo
que miraba con una chispa de malicia y resentimiento al hombre-.
-
Sabes
que eso no fue por su culpa, además si no hubiera sido por tus cuidados ahora
estaría muerto y con una cara peor aún.
-
Claro,
lo que tú digas “maestro”- cabe destacar la sorna e ironía inyectada en la última
palabra-.
-
Creía
que no venía discutir sobre los tiempos pasados –dijo el mago algo indignado-.
Tengo mejores cosas que hacer en Tamuyr, acabo de recoger a un alumno.
-
-
¡Ah! La diosa sabe que esos alumnos te llevan por el camino de la amargura.
¿Por qué no vienes a vivir con nosotras?
-
Ya
mantuvimos esa conversación hace un siglo – dijo dirigiéndose a la puerta-.
Adi…
-
¡Espera!
– chillo, angustiada la elfa-. Mis sentimientos ya no importan, te he llamado
para hablar de la niña.
-
Ummh
– fue lo único que el elfo profirió, cerrando la puerta pero sin soltar la
manivela-.
-
Sabrás,
por los juglares que acuden a tu escuela su caso – a esta afirmación el mago
correspondió con un leve movimiento de cabeza-. No sabes lo difícil que se me
hace para mí, pero. Quiero que le enseñes
-
-
¿¡Estás loca mujer!? Ambos somos viejos y sabemos en el problema en el que me
metería si entreno a un elfo en mi escuela sin consentimiento de la Reina
Anarïôn.
-
Sabes
que ellos la odian, la quieren lejos, y además, puede que tú tengas hechizos
rejuvenecedores que le hagan efecto, pero no soportaría verla morir. Ya paso
con mi primer hijo – al decir esto, ultimo no puedo retener unas lagrimas-.
-
Chst,
tranquila- dijo el mago en tono conciliador.
Al ver a la
pobre elfa, llorar el mago no pudo evitar acercarse a enjugarle las lágrimas
con la manga de su túnica.
<<Puede
haya sido demasiado duro –pensó el maestro Goldaryr- La pobre mujer ya paso por
una muerte cuando éramos jóvenes, es natural que quiere proteger una vida,
después de todo es comadrona 1. Además ya he notado el don de la magia en la
niña. Bueno todos los niños lo tienen, no será difícil evitar que se duerma
2>>
Cuando la
triste y sollozante elfa se calmo. Fue cuando la pequeña; después de un
grandísimo esfuerzo, trajo una taza del regaliz que había tomado
“el-hombre-que-hizo-llorar-a-mama”. Aunque él como la había hecho llorar era
desconocido para ella, sabía que tenía que ver con él. Pese a todo la muchacha
no alcanzaba a comprender que ni el
maestro ni sus palabras eran la razón
del llanto.
Fue cuando le
tendió la taza (medio vacía, dado que había sido prácticamente derramado por el
camino), el momento en el que con muchísimo esfuerzo dijo:
-Mmm-ma-mama
-¿Q,qué as
dicho Ziri? –Logro titubear Narmolay-
-Mama – dijo
como si hablar de repente cuando tu madre se ha rendido, fuera lo mas natural
del mundo-.
La luz,
reemplazo la oscuridad del semblante de la comadrona. Sus ojos brillaron con un
fulgor, que las propias estrellas envidiarían. Sus rasgos juveniles parecion
volver a su cuerpo, haciendo que sus 300 años parecieran poco mas de 28 (aunque
para los humanos suela aparentar tener 30 años). Pero el gozo aumento al oir
las palbras de antiguo novio:
-Decidido,
puede venir a la escuela. Con unas condiciones:
Solo podrás verla en periodo de vacaciones. Te responsabilizas de todo lo que
le pase, desde hechizos fallidos hasta caídas. Las notas serán enviadas por
diablillos mensajeros cada año. Y deberas darme una tarta de manzana anual -
añadió con una sonrisa de bobalicon de oreja a oreja-
1: Esta
distinción es hecha por que las comadronas elfas, solo pueden serlo si han
perdido a un niño, o si son vírgenes. Cosa que obviamente Narmolay no lo es al
haber tenido a un niño mestizo, antes de cuidar de Zirimarith.
2: los magos
llaman dormidos a los que no pueden practicar la magia, normalmente por dogmas
o tabúes.
Ej: En el siglo XXI prácticamente toda la población esta dormida al no creer en
la magia.