lunes, 9 de julio de 2012

Madness: Cap 2)


 Al día siguiente por la mañana en otro barrio de la ciudad. A lo lejos, podía verse como el sol empezaba a asomar sus cabellos dorados entre los edificios.
De modo que aportaba un color anaranjado con tonos rosados, como si de un tímido muchacho enamorado se tratase.
Era bello observar como los habitantes de la ciudad aun dormían. Acurrucados bajo las sabanas de sus camas, los únicos que podían encontrarse en la calle eran los madrugadores y los trabajadores. Estos últimos, no tenían tiempo necesario para admirar la salida del sol. Prueba de ello eran sus apresurados andares y sus bocas, más de una con una tostada a medio mordisquear dentro. También podíamos ver a un grupo de oficinistas en el que un rezagado llevaba los cordones desatados.
De todos modos dentro del grupo de trabajadores también podríamos incluir a los estudiantes. Esos seres jóvenes que van cargados y cargadas con mochilas a la espalda. La mayoría se dirigían a sus institutos, colegios y universidades andando en grupos. Hablando por el camino e intentando enfrentarse a una mañana de estudio y esfuerzo.
La iluminación corría a cargo del ayuntamiento, que había decido no apagar las farolas. Y las luces anaranjadas proyectadas por estas unidas con el sol, hacían de las calles un rio cálido y dorado de luz y colorido.
Toda esta escena, cotidiana y que podemos ver en nuestras ciudades todas las mañanas, parecía de cuento. Sacada de una película y combinada con la iluminación daba la impresión de que los técnicos de efectos especiales habían sido contratados y elegidos por una escritora de novelas de amor.
Por el medio de la carretera nos encontramos con una moto, pasando por encima de las líneas discontinuas blancas coloreadas con tonos anaranjados por la luz del ambiente. La pintura roja de la moto se fundía con el naranja para crear algo parecido a una especie de brillante esmalte.
Una mujer ataviada con un traje de motorista negro cabalgaba sobre ella. Se notaba que se dejaba llevar por el ambiente de la ciudad, despreocupada y recién levantada. Porque a través del casco se adivinaba el reflejo de una sonrisa a la que no importo salpicar a un grupo de estudiantes con agua de un charco mientras gritaba que le perdonasen.
Aunque, claro está no todos los muchachos la perdonaron. De los tres uno siguió sumido en sus pensamientos.
Y es que era una figura cabizbaja, vestida de negro. Ataviada con una cazadora mitad cuero, mitad plástico; muñequeras también de cuero abarrotadas de tachuelas y pinchos. Ese día el muchacho que en realidad era la figura, había elegido una camiseta negra y lisa para llevar.  Como pantalones, unos simples vaqueros y zapatos del mismo color del cuero negro y sus pensamientos.
En contraste con la motorista, el chico ataviado de negro le gruño y paró unos momentos para acordarse de la familia de la muchacha y luego seguir farfullando con sus amigos.
Toda la reacción del muchacho en realidad se debía al miedo, miedo a la simple motocicleta, algo que le inculcaron sus padres con bofetadas cuando era pequeño. Probablemente sus padres también le inculcaron la falacia de que los golpes y los insultos son necesarios en la crianza de un niño.
Y es que para estas personas el miedo es necesario. Miedo a todo. Miedo a las pistolas y el resto de armas, miedo al fuego, miedo a ahogarse en el agua, miedo a cruzar la calle, miedo a los animales. Miedo a los humanos, miedo a lo que desconocen, miedo a que lo que conocen se vuelva desconocido, miedo a la vida, miedo al miedo…
Probablemente os preguntéis ¿Por qué tenemos tanto miedo?
Pues bien, es que a ellos les interesa que tengamos miedo. Interesa que tememos a los ladrones para comprar alarmas antirrobo, para comprar armas. Interesa que tengamos miedo al agua para que compremos estúpido flotadores innecesarios para adultos.
Miedo al profesor para que estudiemos. Miedo a nuestros padres para que obedezcamos. Miedo a nuestro jefe para que no rechistemos si nos aumenta la jornada o si decide no pagarnos.
Miedo a dejar de cobrar y no poder pagar nuestras deudas. Miedo a no poder pagar la hipoteca. Miedo al desahucio. Miedo a vivir en la calle. Miedo al frio, a la furia de los elementos. Miedo a los mendigos. Miedo al diferente. Miedo al dolor. Y por último, miedo a la muerte
El miedo no solo es usado para que compremos y consumamos. También se usa para que estemos callados, no respondamos a lo que sabemos que esta. En definitiva para que nos aten las manos con un candado y tiren la llave al mar.
El miedo, el terror y el pánico son todos ellos expresiones de odio y de egoísmo. El miedo es egoísta, significa intentar salvarse a si mismo cueste lo que cueste. Aun así cierto miedo en la vida es necesario, de hecho existe para seguir existiendo.
El problema es que “los otros” han manipulado este sentimiento de supervivencia. Porque seamos sinceros:
No estamos en la era de las cavernas:
¿de verdad es necesario temer a los animales? Si tenemos pararrayos es innecesario asustarse de las tormentas. Y si somos justos y buena gente es una idiotez temer al resto de la humanidad.
Aunque claro esta línea de acción es obviada, y se obvia por unos intereses que han generado “los otros”.
Es normal que te preguntes que o quienes son “los otros” aunque es un concepto abstracto, si pones de tu parte creo que podré explicarte relativamente bien su significado.
Me imagino que habrás oído hablar de las teorías de la conspiración, alienígenas, sectores poderosos de la sociedad, gobiernos, masones y un grande etcétera se unen para bailar al son de mentes calenturientas. Obviamente se sabe que el 99% de las conspiraciones son simples alucinaciones, tomaduras de pelo, estafas, desvaríos os similares.
Lo qué nos deja con un mísero y paupérrimo 1% que no puede ser desmentido o no se quiere que se desmienta. Me imagino que sabrás que lo que yo defiendo a mí entender esta firmemente incluido dentro de la segunda categoría.
Como ya te he comentado antes “los otros” es un concepto genérico y abstracto. Vivimos en una sociedad donde anuncios sedientos de sangre nos bombardean diariamente. Diciéndonos que tenemos hambre, que nuestra ropa es horrible, que estamos gordos, nos hablan también de lo peligroso que es el mundo y lo necesario que es una alarma antirrobos; nos dicen a quien tenemos que votar, donde vivir y cuando hacerlo.
En realidad visto de este modo no parece tan raro que nos manipulen pero el problema no solo se queda en nuestros hábitos de consumo. Porque absolutamente todo tiene fecha de caducidad, nuestra comida esta envasada al vacio, con colorantes y aditivos legales de dudosa fiabilidad.
Y estas fechas de caducidad se esconden y propagan a todos los productos desde el siglo XX. Todo empezó con las bombillas y una asociación de fabricantes llamada Phoebus, obviamente creado por “los otros”. Que decidió limitar la duración de sus bombillas a mil horas. Así el consumo actual, el “comprar, tirar, comprar” se prolonga hasta la saciedad. Esta práctica luego se extendió a otros productos como las medias de nylon, e incluso se planteo como obligatoria en los Estados unidos. Actualmente todo, desde tu ropa hasta tu impresora tiene fecha de caducidad.
La ropa con la que te vistes, si es de fibras vegetales lo más normal es que oculte maltrato a los trabajadores que cultivan las plantas y al propio medioambiente. Si es de plástico esconde un bonito mundo enfermo y contaminado por el petróleo, mientras que si es de piel detrás de ella está la muerte de animales por su pelaje.
A esta pincelada de acciones de “los otros” se le acumulan otras.
Como el estado de las cárceles. Cárceles donde presos son recluidos en muchos casos, hacinados y apretados como si fueran seres no vivos. Respirando un aire viciado por el sudor. Sudando por el constante contacto de sus cuerpos. Mal alimentados y débiles, con mala higiene con rostros blanquecinos y demacrados que dejan adivinar la falta de luz solar.
En las residencias de ancianos se encuentran sabios a los que nadie quiere escuchar por sus arrugas. Personas que han tenido que aguantar guerras y hambre. Gente en mal estado de salud a la que se empastilla para que se callen.  Encerrados en casas y celdas ajenas por su propia familia para poder olvidarse de ellos. Casas ajenas donde acumulan polvo y son tratados como muebles, para que luego nos preguntemos. ¿Por qué es tan arisco? ¿Por qué no quiere cuidar a mis niños mientras me voy de copas?
Si seguimos el hilo nos encontramos con las drogas y el alcohol. Las personas que lo reniegan son calificados y calificadas como imbéciles abstemios. Y los que sufren d dependencia son abandonados por la sociedad cuando más ayuda necesitan. Luego, en el otro extremo estas personas usan su enfermedad como excusa para chantajear a las familias. Quienes en lugar de ayudarlos realmente ceden o les insultan y gritan.
Cada mañana miles de trabajadores se dirigen a romper sus riñones a palos mientras que se transforman en modernos esclavos de un mal salario. Cada mañana las jornadas laborales aumentan y el tiempo para la vida en sí misma disminuye.
Cada día miles de bombas cercan países del tercer mundo pero para no culpar a los políticos y en parte porque no nos pueden dar miedo. Son obviadas por la prensa
El problema es que todos y nadie son los otros. No son una institución en si, no son un partido político ni una religión; pero donde hay poder se infiltran. Nadie esta a salvo de ser de los que les ayudan (a partir de ahora “durmientes”). Y solo muy poca gente se puede llamar “despierta” (los que no colaboran con “los otros”). Porque están en todo, ellos saben cuando usas tu tarjeta de crédito, en qué momento y en qué lugar te hiciste tu email, leen tus correos, saben dónde vives y donde no, te acompañan en la cesta de la compra, en el trabajo, en la calle, en la declaración de la renta…
Podría enumerar una lista inacabable del resto de acciones de “los otros”, pero de todos modos creo que puedes imaginarte que también están detrás del cambio climático y el resto de “artistas” de este circo.
De todos modos espero que no te importe que me haya tomado la libertad de dar un paseo por la ciudad mientras enumeraba una pequeña lista de los actos de “los otros”. Sin darme cuenta hemos acabado en el distrito financiero de la urbe.


2 comentarios:

  1. Voy por el tercer capítulo , y ya me tiene enganchada! Muy buen trabajo ^^

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  2. Que gusto que la sñorita impresionante decida darse una vuelta por este camino. Sobre todo teniendo en cuenta lo oculto que esta :D
    Por cierto, ¿tu banner esta en el blog?

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